Día: 6 septiembre, 2014

Venezuela Opinión / Prófugo de la mediocridad / Rafael Mitilo

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Rafael Mitilo

 «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, de nada me sirve, y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve».

I Corintios 13.1, 2 y 3

 

Cuando se tiene consciencia del significado y repercusión de cualquier espacio en un Medio de Comunicación, es inevitable asumir su ejercicio con alto nivel de responsabilidad. Primero como ciudadano, luego como comunicador. Expresar el pensamiento al colectivo, jamás puede ser un acto de improvisación, o, el banal argumento de que Libertad de expresión es hacer y decir lo que a uno le da la gana y en la forma que le parece. No. Para que se entienda lo que significa pensar libremente, se debe primero, conocer, aprehender y practicar el concepto de educación. Pues de lo contrario, tales medios no serán más que trincheras de chisme, intriga, ofensa, instigación, entre tantos otros calificativos que en el fondo no son más que deformación de la consciencia colectiva. En otras palabras, no se informa; se desinforma.

De este modo, no habrá otra manera de vivir más que del insulto, la mediocridad y el odio. Este criterio no se refiere únicamente a lo que erróneamente se llama «política», sino que se extiende a todas las áreas del fenómeno comunicacional. Farándula, deporte, ciencia, arte, etc., cada espacio, debe estar dirigido -aún en las diferencias- a incentivar el respeto y la formación. Veracidad y discusión, deben entonces contar con el colectivo, como un destinatario exclusivo. Los Medios de Comunicación no tienen otro destino, lo que obliga a actuar con propiedad en la afirmación y prudencia en la palabra. Esto, jamás es autocensura o limitación a la libertad de pensamiento y expresión. Es la actitud obligatoria si no, la sociedad será además de inculta, violenta y mediocre. 

Esta extensa reflexión, sirve de introducción a la necesaria explicación del porqué, escribo en el tono, sentido y contenido en que lo hago. Quiero aportar discusión en primera persona. Es decir, soy como es la gente y pienso como la sociedad, con lo que aclaro no excluirme de la crítica a todo aquello que reflexiono como necesario enmendar. 

Creo en la gente buena. Aquella que trabaja incansablemente por dar el sustento a los suyos, pero sin perder de vista la necesaria sujeción a los principios de respeto y dignidad social. Por ello escribo -cuando lo hago acerca de alguien- en sentido asertivo. Digo en cada semblanza, que las vidas buenas son patrimonio colectivo al que resulta absurdo dejar consumir en el anonimato. La sociedad tiene derecho a conocer esas vidas; ya que -en realidad- lo que abunda en los medios es el mal ejemplo. La vida perversa y mal empleada. La que odia y mata, la que miente y traiciona, la que instiga y pervierte. Ante esto, nada cuesta resaltar lo bueno del ser humano. Los buenos son más, pero mediáticamente silentes. Al hombre de bien poco le importa fama y riquezas. No tiene tiempo para eso. En cambio, el mal es mediático y «farandulero». En fin, siempre voy a escribir sobre aquellos anónimos que merecen mención pública, sencillamente porque la sociedad requiere con urgencia el buen ejemplo. La buena obra.  

Que haya gente a la que le parece absurdo y hasta ridículo. Con todo respeto; no me importa y, no me importa porque si algo tengo claro es que no merece esta vida, desperdiciar más tiempo y espacio en el «goce» de lo trágico. Incluso, la gente a quienes dedico tales criterios, merecen -mientras viven- leerlos y no esperar a que no esté para «resaltar lo que fue su vida ejemplar». ¡No! Hay que resaltar lo que es su vida hoy, mientras lucha, vive y dignifica el presente. 

Soy periodista y, lo soy por amor a la sociedad y a la convicción de que sólo comunicándonos asertivamente es posible -en realidad- ser civilizado. El término «civilización» nada tiene que ver con élites ni clases, éste es un derecho humano desde el cual y a través del cual damos a la esencia inteligente de lo que se nos dotó; vigencia plena. ¿Pero para nutrir el ego? ¿Para ufanarnos de ser cultos? ¿Para mirar a los demás con asco? ¡¡No!! Es al contrario. Es para lograr vivir en paz. Sólo pensando se puede alcanzar aceptarnos por distintos que seamos. Más allá de títulos, medallas o riquezas, el hombre nunca será otra cosa que un ente mortal, provisorio, perecedero. Entonces ¿Por qué desaprovechar esa exclusiva oportunidad y utilizarla para hacernos daño? ¿Por qué no ponerla al servicio de lo bueno por aburrido y poco que parezca?

Lo que se escribe en el Medio Impreso, por rutinario que parezca, nunca es leído por la misma gente. Siempre habrá un nuevo lector. Siempre habrá alguien presto a servirse de su contenido o a generar discusión, eso es libertad. Así pues, ante la inminente pasión por el odio, la chabacanería y el irrespeto, bases de la violencia; nunca estará demás mirar hacia lo útil para fortalecer el espíritu. Para recordarnos que hay un futuro del que sólo nosotros somos responsables. 

Yo, por mi parte, lleno de defectos y prófugo constante de la mediocridad, seguiré admirando a la mujer y al hombre que aunque anónimos, hacen que el mundo todavía valga la pena. Seguiré reseñando sus virtudes, seguiré «fastidiando» al colectivo con la mención de aquellos nombres a los que vale insistir en imitar. Así como se emula la vida puesta al servicio de lo malo, un día sentiremos necesidad de imitar lo bueno.   

No sé si de la mediocridad se pueda huir; de la ignorancia, aseguro que sí. Pero, de no ser posible escapar de las garras de esa ausencia de inteligencia que es la mediocridad, entonces, con el esfuerzo del adicto que lucha contra el vicio, refugiémonos en la información, que es y será formación. Único antídoto contra la ignorancia. Intentarlo es gratis, los criterios; caro, traumático y absurdo.

 

rafamitiloveliz@gmail.com

@rafaelmitilo

 

Créditos para: http://laprensadebarinas.com.ve/news/noticiaunica.php?id=56477