La Nicaragua de Daniel Ortega y de Rosario Murillo sigue siendo de altos contrastes. Casi la mitad de su población es pobre y más del 70% tiene trabajos informales, lo cual no parece importarle mucho al gobierno sandinista, que volverá a derrochar dinero en la instalación y mantenimiento de 50 nuevas «arbolatas» o «arboles de la vida», las extravagantes estructuras metálicas amarillas que son el nuevo símbolo de poder de la familia presidencial.
El hecho le acarrea más críticas a un Gobierno con una propaganda marcada por los símbolos, formas y colores psicodélicos, un sello estampado por la enigmática primera dama y secretaria de Comunicación, Rosario Murillo, a quien el sentimiento colectivo nicaragüense asocia con prácticas esotéricas y una mezcla de creencias religiosas. Respetada por sus capacidades intelectuales (escritora con estudios en Europa que habla varios idiomas), Murillo es el poder detrás del trono.
Ha impuesto su sello en actividades del Gobierno, la propaganda y hasta el lenguaje copado de su mescolanza de creencias entre Jesús, la Virgen, gurúes asiáticos y credos del mundo árabe como el uso del símbolo Jamsa, usado en esa región para protegerse de la desgracia y el mal de ojo.
Es vista como un personaje mitológico, con esa práctica de ciencias ocultas al parecer provenientes de su madre, Zoilamérica Zambrana, quien era adivina y leía las cartas. Supuestamente se habría acercado al esoterismo cuando compró un perfume a una bruja para enamorar a un redactor del diario La Prensa, donde laboró como asistente de la dirección hace más de 37 años.
Veneran a Chávez
Los «árboles de la vida» son parte de ese lenguaje subliminal que identifican al Gobierno. Las estructuras estarán colocadas en 94 lugares públicos de Managua, sumados a los primeros 44 «sembrados» el año pasado en el viejo centro de la capital y algunas rotondas, incluida la Hugo Chávez, donde existe un monumento en homenaje al fallecido presidente de Venezuela.
Algunos de los árboles miden 17, otros 21, con 13 metros o más de ancho. Cada uno, según cálculos de la prensa local, tiene al menos 15.000 bombillos. Su valor promedia los 20.000 que al sumar totalizan una inversión de 1.88 millones de dólares, dinero que podría ser usado para palear la pobreza, crear más viviendas o escuelas. Una información del principal La Prensa, el más crítico del gobierno; revelan que los 94 armatostes consumirán 62 millones 629 mil 400 córdobas anuales en energía, unos 6.2 millones de dólares, una suma que sin duda pagarán los contribuyentes.
Y muchos sin electricidad…
Con lo que consume en energía uno de ellos puede iluminar 100 viviendas en este país que aún no tiene total cobertura de este servicio básico. El dinero de la factura eléctrica anual será superior al recorte efectuado por el Ministerio de Hacienda al presupuesto de Salud y Eeducación. Sobre el verdadero significado en Nicaragua se ha especulado a granel.
Se habla que son una mala copia de una obra de 1909 del pintor austríaco Gustav Klimt en 1909 o una réplica de otra pintura del excéntrico artista australiano Timothy Parish. «Estamos ante una obra efímera e inútil, que representa el despilfarro, la arbitrariedad y la desproporción monumental. Es por eso que a la gente le provoca un instintivo rechazo, tanto estético como político», escribió la socióloga Sofía Montenegro.
«El ‘árbol de la vida’ de Murillo surge de un pensamiento mágico basado en el deseo y la voluntad, contra toda lógica, pues se asienta en la creencia que con este símbolo puede conjurar un hecho inevitable: la propia finitud, la muerte. Refleja su miedo a la vejez, a la ‘impermanencia’ y a la caída del poder», prosiguió.
Símbolos se apoderan de las instituciones
Las excentricidades de la primera dama son motivo de análisis por filólogos, teólogos, sociólogos, analistas políticos y medios de comunicación críticos al Gobierno. Usa collares, pulseras y anillos de piedras turquesas colgados en ambas manos para ahuyentar la mala suerte y traer prosperidad, comentan.
En el culto a Chávez, inmortalizado en discursos oficiales y hasta en un monumento escoltado con tres arbolatas amarrillas en la rotonda que lleva su nombre, expertos en filología y teología lo consideran como un sello personal de Murillo, lleno de mensajes subliminales con el objetivo de mitificarlo como un ser divino.
Es una imagen de Chávez vestido de militar, de boina roja con una mirada mesiánica hacia el horizonte queriendo imitar a la del Che Guevara, encima de la serpiente emplumada -Dios de los aztecas-, según un reportaje de La Prensa.
Pero en realidad, es una muestra del nuevo sandinismo empresarial, donde al parecer el Gobierno de Ortega quiere agradecer la cooperación del otrora líder venezolano y estrategia para congraciarse con el Gobierno venezolano y mantener la ayuda petrolera, afirmó Michele Najlis, teóloga y analista.
En ese mismo diario, el periodista Octavio Enríquez reveló en un reportaje que el mundo mágico con que Murillo interpreta la realidad invadió la gestión del Estado, en el que los colores, flores, santos y símbolos están ahí como defensa de los demonios que los acosan. Enfrenta sus miedos con esos símbolos, desde sus enigmáticas prendas colgadas en su cuerpo: 14 anillos en cada mano, siete collares y seis brazaletes.
Son parte del arsenal con que Murillo ha decidido enfrentar los maleficios contra ella y Ortega. Su sello personal no se aparta del despilfarro en actividades partidistas y de Gobierno. Las enormes tarimas llenas de colores y símbolos son adornadas con yerberas, margaritas, aves del paraíso y los lirios muchas veces importados desde Costa Rica.
Opulencia en la pobreza
Todo un espectáculo montado como muestra del poder, el mismo que engrandece a los pobres del mundo pero que consume aguas Perrier importadas desde Francia y reservados para gente con alto poder adquisitivo. Viaja en carros Mercedes Benz, tiene un portafolio de empresas, canales de televisión, radios y maneja el destino del país a su conveniencia.
Una opulencia que abruma en la propaganda oficial, con mega rótulos instalados por todo el país, de color fucsia con la imagen de Ortega sonriente y con el puño alzado, con leyendas como «Arriba los pobres del mundo», «El pueblo presidente», «Bendecidos, prosperados y en victoria», «Viva la revolución», «Cristiana, socialista y solidaria» y «Cumplirle al pueblo es cumplirle a Dios».
El Gobierno de Ortega ha suplantado colores, símbolos, discursos y hasta monumentos arquitectónicos para crear emblemas propios en un reino parecido al de Merlín, según sus grandes críticos.
Créditos para: http://www.diariolasamericas.com/america-latina/opulencia-y-esoterismo-marca-sandinista.html