La Constitución Nacional establece en su artículo 2, que Venezuela se constituye en un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, dicho artículo al estar dentro del Título referente a los Principios Fundamentales, nos lleva a concluir que toda gestión de Gobierno debe garantizar esos 4 fundamentos básicos en su actuación: Estado Democrático, Estado Social, Estado de Derecho y Estado de Justicia; puesto que son las premisas básicas del Estado, más no del Gobierno; es decir, cualquier Gobierno que llegue al poder, sin importar a cuál partido político pertenece o qué ideología comparte, debe respetar esos 4 postulados.
El primer concepto, el que se refiere a un Estado Social lo trataremos sucintamente en este artículo, pero no sin antes dejar bien claro que la Constitución en esos mismos principios fundamentales, en el artículo 7 expresa: “La Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico. Todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a esta Constitución”. Con respecto, a las otras 3 premisas; Estado Democrático, Estado de Derecho y Estado de Justicia ya fueron desarrolladas suficientemente en artículos anteriores.
Ahora bien, un Estado Social, es aquel que beneficia a la colectividad, con políticas de vivienda dignas para todos; con una educación integral impartida desde el nacimiento hasta que todo individuo aprenda un oficio o profesión; que brinde atención médica integral; que garantice la estabilidad política y económica; establezca las condiciones para que haya pleno empleo formal bien remunerado; se de atención al discapacitado, al anciano y a todo aquel que sufra algún percance por cualquier emergencia médica o de desastres; permita el desarrollo del niño y joven; que preste servicios eficientes de agua, energía, teléfono, aseo, entre otros; y que ejerza de forma efectiva las funciones que están reservadas al Estado: administración de justicia, promulgación de leyes, resguardo de la soberanía, seguridad ciudadana y defina las mejores políticas económicas, fiscales y monetarias.
Todo Gobierno con voluntad política puede ejercer en forma debida sus funciones para cumplir con el mandato constitucional de garantizar que Venezuela sea un Estado Social, sin necesidad de establecer ideologías socialistas, ya que una cosa no tiene que ver con la otra, es más, un Estado Social como debería ser Venezuela, tratando de implantar una doctrina socialista se aleja cada día más de estos fines, pues me atrevo a decir sin lugar a dudas, que son dos tesis irreconciliables, la de un Estado Socialista y un Estado Social, no en la teoría por supuesto, pero en la práctica, está demostrado más que suficiente en nuestro país y en otros, que el régimen más nugatorio de los derechos más básicos del hombre es el Socialista, y por el contrario un Estado Social es el que podría permitir el desarrollo integral del ser humano.
Quiero ser bastante insistente en esto, el Socialismo no está permitido en la Constitución, el artículo 7 declara nulo todo lo que la contraríe, Socialismo no es lo mismo que un Estado Social, por ende el Socialismo no es aceptable en nuestra República, en consecuencia el Plan de la Patria es inaplicable e inconstitucional, además que la soberanía al residir en el Pueblo, no hay nadie por encima de su decisión, y ya en el proceso de Reforma Constitucional donde había instituciones socialistas, se dejó bien claro que no estábamos de acuerdo con tal sistema.
Registro fotográfico de Chile bajo el gobierno de Augusto Pinochet.
En 1988 la fotógrafa estadounidense Susan Meiselas llegó a Chile para cubrir el plebiscito que decidió si el general Augusto Pinochet seguía en el poder o lo entregaba a un proceso democrático.
En Santiago se contactó con distintos fotógrafos y fotógrafas locales para publicar el registro fotográfico de Chile bajo el gobierno de facto.
Así nació “Chile from within” publicado originalmente en 1990 en EE UU y que, tras 25 años, se publicará por primera vez en español bajo el título “Chile desde adentro”.
Las fotos son exhibidas ahora en el centro cultural Gabriela Mistral (GAM) de la capital chilena.
Les presentamos algunas de estas imágenes históricas.
En esta foto de Álvaro Hoppe, un policía durante las protestas contra la represión en 1983. Crédito: Alvaro Hoppe
En esta imagen tomada por Paz Errázuriz en 1987, una pareja baila en un club de tango. Crédito: Paz Errazuriz.
A pesar de la represión, la vida seguía. Como la de esta pareja que contrajo matrimonio en Pirque, al sur de Santiago en 1984, retratada por Luis Weinstein. Crédito: Luis Weinstein.
Esta emblemática foto de Jorge Ianiszewski corresponde a la familia de José Manuel Parada, funcionario de la Vicaría de la Solidaridad, ala de la Iglesia Católica que defendió a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y sus familiares. Parada fue secuestrado y degollado por un equipo de inteligencia del gobierno militar. Su historia fue llevada a la pantalla en la serie “Los archivos del cardenal”, cuya primera temporada termina con una escena inspirada en esta fotografía. Crédito: Jorge Ianiszewski.
Las imágenes en blanco y negro muestran instantes de tenso dramatismo, retratos de las figuras emblemáticas, noches de toque de queda y cotidianas jornadas de protesta y represión policial, como la de esta foto capturada por Óscar Navarro durante el Día de la Mujer en 1986. Crédito: Oscar Navarro.
El 5 de octubre de 1988 se realizó un plebiscito donde el 56% de los ciudadanos chilenos votaron “No”, es decir, que no querían que Pinochet siguiera en el poder. Esta foto fue tomada por Claudio Pérez frente a La Moneda, el palacio de gobierno, justo después de conocerse los resultados. Crédito: Claudio Pérez.
La cotidianeidad de los habitantes de Santiago estaba cruzada por una fuerte presencia policial, como se aprecia en esta foto de Claudio Pérez. Crédito: Claudio Pérez.
Chile. 1973. El ejército, liderado por Augusto Pinochet, junto al resto de las Fuerzas Armadas y la Policía realizaron un golpe de Estado que mantuvo el poder hasta 1990. Esta foto fue tomada poco después del golpe, en 1973, por Juan Domingo Marinello. Crédito: DJ. Morinello.
Helen Hughes intentó retratar en esta foto parte de los 18.000 militares que patrullaron las calles en 1983. Crédito: Helen Hughes.
Esta imagen que dio la vuelta al mundo fue tomada por la fotógrafa Kena Lorenzini durante un discurso de Augusto Pinochet en 1983. Crédito: Kena Lorenzini.
En las Américas se bebe 2,2 litros más por persona que el promedio mundial.
Una cultura de consumo de alcohol se ha instalado en Latinoamérica y amenaza con convertirse en un auténtico problema de salud pública en la región.
Ese es el contundente resumen de la situación que le hace a BBC Mundo Maristela Monteiro, asesora principal en abuso de sustancias y alcohol de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Su traducción numérica es que, en las Américas, las personas consumen una media de 8,4 litros de alcohol puro por año, lo que supone 2,2 litros más que el promedio mundial, según el primer informe sobre alcohol especializado en la región que ha elaborado su organismo.
El desarrollo económico de la región está haciendo que aumente el consumo de alcohol, según la OMS.
Sólo en Europa se bebe más, algo motivado, sobre todo, por el gran consumo en los países de la Europa del Este.
“Algo está cambiando en Latinoamérica”, dice Monteiro. “Nunca hubo una fuerte cultura de consumo en la región, pero el desarrollo económico y nuevos valores importados de la globalización está haciendo que el consumo excesivo y abrupto sea una tendencia”, sostiene.
Además, menciona factores como el crecimiento de la industria de productos alcohólicos.
“El alcohol llega a todas partes, se han mejorado las cadenas de distribución, hay más establecimientos y oferta y tampoco es desdeñable la presión que la industria sabe ejercer sobre los gobiernos para que los precios del alcohol estén bajos y no haya regulaciones”.
Dentro de la industria, la cerveza es la bebida alcohólica más popular, al representar el 55% del total del alcohol consumido. Después licores (como vodka o whisky) con más de un 30% y casi un 12% el vino.
Los datos que deja el informe dan forma a su reflexión, dejando una radiografía “preocupante”, utilizando sus palabras.
300.000 muertes en un año
La primera consecuencia clara se mide en vidas humanas.
La cerveza es la bebida alcohólica más consumida por los latinoamericanos.
El consumo de alcohol contribuyó a la muerte de alrededor de 300.000 personas en 2012, según sus cifras. Y más de 80.000 no habrían fallecido si el efecto de las bebidas alcohólicas no hubiera estado presente en sus vidas.
Según la OMS, el consumo de alcohol contribuye con más de 200 enfermedades y lesiones, incluyendo la cirrosis hepática y algunos tipos de cáncer. También hace que las personas sean más susceptibles y menos adherentes al tratamiento de enfermedades infecciosas como el VIH y la tuberculosis, y es, además, el principal factor de riesgo de muerte en adolescentes.
Y en las Américas, además, la situación empeora año a año, a la luz de las cifras.
Los bebedores masculinos que se dejan llevar por consumos episódicos fuertes (cuatro o cinco bebidas en al menos una ocasión en 30 días) pasaron de ser apenas un 18% a casi el 30% entre 2005 y 2010.
Y en las mujeres el incremento no es menos preocupante: el porcentaje pasó de un 4,6% al 13%.
El impacto sobre la salud del consumo de alcohol es muy grave en todos los países.
En la región, uno de cada cinco bebedores (22%) practica episodios de consumo alcohólico excesivo, un porcentaje superior al promedio global, situado en un 16%.
Un último dato ofrece también una pista sobre un problema de alcoholismo agudo en las Américas: sólo un 10% de los bebedores ingiere, en promedio, más del 40% del total de alcohol consumido en la región.
“Este dato es muy relevante”, opina Monteiro.
“No hay hábito de tomar una cantidad moderada por gusto o por salud, como por ejemplo en el vino: el consumo se concentra en grandes dosis. Especialmente en los jóvenes, que lo ven como una especie de rito con prestigio social”.
En 2010, alrededor de 14.000 jóvenes de menos de 19 años murieron en la región por motivos atribuidos al alcohol.
Consecuencias sociales
Esta primera radiografía ha generado gran preocupación en el organismo internacional.
Y es que las consecuencias van más allá de la propia salud del consumidor de alcohol.
“La región de las Américas (…) ha pagado un alto costo en salud, recursos financieros y productividad”, asevera también Anselm Hennis, Director del Departamento de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la OMS.
La OMS recomienda a los gobiernos medidas como subir los precios del alcohol y restringir horarios de venta.
Monteiro lo explica: “El alcohol no afecta sólo a quien bebe. Aumentan los episodios de violencia, también los accidentes de tráfico, baja la productividad del país por culpa no sólo de ausencias al trabajo sino por lo que se conoce como ‘depresentismo’, es decir, personas que acuden a su puesto de trabajo sin fuerzas”.
En ese sentido, explica que en un estudio realizado en los Estados Unidos en 2006, se estimó que el consumo nocivo de alcohol le costó al país cerca de US$224.000 millones (un promedio de US$750 por habitante); de ese total, un 72% se atribuyó a la pérdida de productividad en el lugar de trabajo.
Pero, una vez que se conoce la magnitud del problema, ¿cuáles serían las soluciones que podrían aplicarse?
Los accidentes por consumir bebidas etílicas son otra problemática añadida.
“Hay muchas cosas que pueden hacer los gobiernos”, dice Monteiro a BBC Mundo después de suspirar.
Y lanza como una ametralladora una batería de medidas: subir los impuestos al alcohol para encarecerlo, limitar horarios y días de venta en los establecimientos, subir la edad legal mínima para consumir, reducir o prohibir su publicidad (70% de países no tienen reglamento sobre ello), etc.
También hace hincapié en las leyes de tráfico. Y es que solo cinco países de las Américas (Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Uruguay) han fijado el límite legal recomendado de menos de 0,04 g/dl para la concentración de alcohol en la sangre.
Y, por último, menciona la educación. “Hay que acabar con el prestigio social de beber alcohol”, dice.
Lista de países que más beben
Según los datos de la OMS, los países que más beben son los siguientes:
Chile: es el que más, con un consumo anual per cápita de 9,6 litros de alcohol puro.
Argentina: 9,3 litros per cápita.
Venezuela: 8,9 litros de alcohol per cápita.
Tras el discutible honor de ese podio se encuentran los siguientes:
Paraguay (8,8 litros), Brasil (8,7), Perú (8,1), Panamá (8), Uruguay (7,6), Ecuador (7,2), México (7,2), República Dominicana (6,9), Colombia (6,2), Bolivia (5,9), Costa Rica (5,4), Cuba (5,2), Nicaragua (5), Honduras (4), Guatemala (3,8) y El Salvador (3,2).
La ruina de Grecia es una historia plagada de engaños, despilfarros, irresponsabilidad política y una gran hipocresía social.
Autor: M. Llamas/Americanuestra.com
Grecia no sólo es un país quebrado, sino una de las economías más pobres y menos desarrolladas de Europa desde hace décadas. Y ello, pese a seguir, curiosamente, los dictados de la izquierda radical, puesto que el Estado heleno se ha caracterizado por ser uno de los más intervencionistas de Europa (ocupaba el puesto 100 del ranking mundial sobre facilidad para hacer negocios cuando estalló la crisis del euro) y con uno de los mayores niveles de gasto público.
Y es que, el origen de la tragedia griega, muy al contrario de lo que defienden Syriza o Podemos, no radica en la pretendida austeridad, sino en su desbocado e insostenible sector público. Grecia fue el país de la UE que más aumentó su gasto público real (un 80% entre 1996 y 2008) y su deuda pública (un 400% superior a sus ingresos públicos en 2011) durante los felices años de la burbuja crediticia. Pero estas grandes cifras, siendo relevantes, se tradujeron en hechos muy concretos, cuya realidad ocultan hábilmente partidos como Syriza en Grecia o Podemos en España.
A continuación, se resumen las diez grandes vergüenzas de Grecia que la izquierda europea se niega a reconocer. La ruina helena es una historia llena de mentiras, despilfarros y una enorme hipocresía.
Mintieron sobre el déficit público
Lo primero que cabe señalar es que los políticos griegos ocultaron su déficit público real durante años. Cuando el nuevo gobierno de Atenas llegó al poder en 2009, se encontró un agujero fiscal equivalente al 14% del PIB, frente al dato oficial del 3,7% comunicado a Bruselas.
De un día para otro, el déficit pasó de 7.000 a cerca de 30.000 millones de euros, casi cuatro veces más. Este manifiesto engaño evidencia la enorme irresponsabilidad política de los distintos gobiernos griegos.
2. Atenas recurrió a la banca de inversión
La izquierda carga constantemente contra los mercados, en general, y la malvada banca de inversión, en particular, pero olvidan que su admirada Grecia recurrió a los financieros de Wall Street para ocultar sus desastrosas cuentas públicas.
El anterior Gobierno presidido por Yorgos Papandreu reconoció que Grecia mintió en las cifras de déficit y deuda para entrar en el euro y, por tanto, ofreció datos falsos hasta 2009, valiéndose, entre otros, de los servicios de Goldman Sachs. A este respecto, cabe señalar que el hoy presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dirigía las operaciones de Goldman en Europa en 2002, cuando Grecia inició sus fraudulentas operaciones de ingeniería financiera.
3. El Estado causó la quiebra de la banca
Otra verdad incómoda es que, en el caso de Grecia, la quiebra de la banca fue responsabilidad directa del Estado heleno, no al revés. Las entidades financieras se cargaron de deuda pública helena durante los años de la burbuja para financiar el enorme y suntuoso gasto de los distintos gobiernos. Por ello, la banca griega entró en quiebra cuando se aplicó una quita del 50% sobre los bonos helenos en manos de los acreedores privados en 2011, tras acordar el segundo plan de rescate con la troika.
Posteriormente, Europa tuvo que inyectar dinero extra para salvar los depósitos de Grecia. Es decir, los depositantes griegos fueron rescatados con el dinero de los contribuyentes europeos a través de la troika, después de que la insolvencia de Atenas arrastrara a la banca nacional a la quiebra.
4. Vida a todo tren, pero con el dinero de otros
Durante la burbuja, Grecia vivió muy por encima de sus posibilidades reales, recurriendo a una ingente deuda pública para poder financiar ese insostenible nivel de gasto. Más de la mitad de la economía griega dependía, de una u otra forma, del maná estatal, creando así una gran estructura clientelar a base de enchufes, corrupción y subvenciones. Algunos ejemplos:
Durante años, y pese a tener un PIB per cápita muy inferior al de España, el salario mínimo en Grecia era un 50% superior.
Durante décadas, cuando un partido llegaba al poder enchufaba a gente en el sector público a cambio de su voto, acrecentando de forma insostenible la plantilla estatal.
El Hospital Evagelismos, uno de los principales de Atenas, por ejemplo, llegó a tener en nómina a 45 jardineros para cuidar de las cuatro macetas de su entrada; algunos organismos públicos contaban con 50 conductores por cada coche; un antiguo ministro de Agricultura creó una unidad no contabilizada que daba empleo a 270 personas para digitalizar las fotografías de las tierras públicas griegas, sin que ninguno de los contratados tuviera experiencia en fotografía digital, ya que eran carteros, peluqueros, agricultores y, en general, afiliados del partido…
El gasto en educación, sanidad y política social fue, de lejos, el que más aumentó hasta el estallido de la crisis de deuda, superando el 31% del PIB en 2012.
Además, Grecia, el gran referente de la izquierda radical, era el país de la UE que más dinero destinaba a gasto militar antes de la crisis, con una media superior al 4% del PIB.
5. Exceso de funcionarios e ineficiencia
El empleo público es, sin duda, uno de los grandes paradigmas del despilfarro griego.
Durante la burbuja, Atenas ni siquiera sabía cuántos empleados tenía en nómina: los sindicatos estimaban unos 700.000, mientras el Gobierno hablaba de 800.000; pero, sumando los contratos temporales, la cifra superó el millón de personas en 2007, equivalente al 10% de la población y a casi el 20% de la fuerza laboral del país.
Ganaban una media de 1.350 euros mensuales, superando el sueldo medio existente en el sector privado. Pero lo relevante es que la ganancia real de los empleados púbicos era muy superior: además de cobrar dos pagas extra, recibían pluses y remuneraciones adicionales aduciendo todo tipo de excusas, como llegar al trabajo en el horario previsto, presentarse correctamente vestido, usar ordenador o hablar idiomas. Los guardas forestales, por ejemplo, recibían un plus por trabajar al aire libre.
Sumando todas las extras, los funcionarios de Grecia llegaron a ganar de media más de 70.000 euros al año frente a los 55.000 euros de Alemania.
Asimismo, los funcionarios también disfrutaban de una pensión vitalicia de 1.000 euros mensuales para las hijas solteras de empleados fallecidos, entre otros muchos privilegios y prebendas.
Grecia tenía cuatro veces más profesores que Finlandia, el país que mejor nota saca en el Informe PISA de calidad educativa, pero esa superpoblación de docentes sólo le ha servido para estar entre los países europeos con peor nivel en casi todas las pruebas de Enseñanza. Muchos griegos que envían a sus hijos a las escuelas públicas tienen que contratar luego profesores particulares de refuerzo.
Otro dato curioso es que su Sanidad pública era de las que más invertía en suministros, superando la media de la UE, sin que los griegos sufrieran más enfermedades que el resto de europeos. ¿Razón? Uno de los muchos escándalos destapados durante estos años es que era tradición entre médicos y enfermeras salir de los hospitales cargados con todo tipo de material higiénico y sanitario…
6. Empresas públicas, el culmen del despilfarro
Sin embargo, más allá del desproporcionado número de funcionarios, sus suculentos sueldos o la grave ineficiencia de los servicios públicos, el culmen del despilfarro era su sobredimensionada estructural estatal a base de cientos de empresas, organismos y entidades inútiles. Basta señalar algunos ejemplos para percatarse de dicho despropósito:
El sueldo medio en la Renfe griega llegó a superar los 70.000 euros al año, incluyendo las profesiones de baja cualificación. Sus ingresos operativos apenas rondaban los 100 millones al año, mientras que sus gastos alcanzaban los 700 millones.
“Hace veinte años, un próspero empresario llamado Stefanos Manos, nombrado después ministro de Finanzas, señaló que sería más barato meter a todos los pasajeros de los ferrocarriles griegos en taxis: sigue siendo verdad”, tal y como detalla Michael Lewis en su libro Boomerang: Viajes al nuevo tercer mundo europeo, publicado por Deusto, en donde explica buena parte de los desmanes helenos cometidos durante la burbuja.
El presupuesto del metro de Atenas rondaba los 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en taquilla apenas alcanzaban los 90 millones.
Grecia también creó un comité para gestionar el Lago Kopais, a pesar de que se secó en 1930.
Tras el rescate de la troika, Atenas anunció la eliminación o fusión de 75 organismos públicos en los que trabajan más de 7.000 personas y que, anualmente, recibían 2.700 millones de euros en subvenciones (unos 386.000 euros por cada empleado).
7. Jubilación de oro
Hasta el estallido de la crisis, los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años, cobrando casi el 96% de su sueldo, siendo uno de los sistemas de pensiones públicas más generosos (e insostenibles) de la UE.
Pero es que, además, en Grecia existían cerca de 600 categorías laborales que, alegando motivos de salud, podían optar a la jubilación anticipada, establecida en 50 años para las mujeres y 55 para los hombres. Y entre estos últimos beneficiados había todo tipo de profesiones, desde peluqueros hasta trompetistas, flautistas, cocineros, masajistas e incluso presentadores de televisión, entre otros.
Precisamente por ello, los griegos disfrutaban de la mayor esperanza de vida tras la jubilación, y no porque vivieran más, sino porque se jubilaban mucho antes. En concreto, mientras la media de la OCDE es de 18,5 años tras el retiro (en España es de 17,9), los helenos gozaban de más de 24 años de plácida existencia tras la jubilación, a base, eso sí, de pedir prestado un creciente volumen de dinero a los mercados en forma de deuda pública.
Además, el control sobre la gestión de las pensiones era inexistente. Durante la crisis, se han detectado miles de familias que cobraban jubilación años después de que fallecieran sus titulares o prestaciones de desempleo sin tener derecho a ello.
8. Sobornos y evasión fiscal
Grecia también destaca por liderar todos los indicadores de evasión fiscal a nivel europeo. Antes de la crisis, uno de cada cuatro trabajadores no pagaba nada en impuestos, de modo que las arcas públicas dejaban de ingresar entre 15.000 y 20.000 millones de euros al año.
Prueba de ello es que, antes de la crisis, menos de 5.000 contribuyentes griegos, en una población total de casi 12 millones, reconocían cobrar más de 100.000 euros al año. Lewis, por ejemplo, explica en su obra que dos tercios de los médicos privados no pagaban ni un euro de impuestos, ya que declaraban unos ingresos de menos de 12.000 euros al año, el umbral mínimo para empezar a tributar.
Además, los sobornos estaban a la orden del día. Algunos estudios señalan que los griegos se gastaban unos 800 millones de euros al año en mordidas para evitar el pago de multas o para que los funcionarios hicieran la vista gorda, incluyendo los inspectores fiscales. Por poner tan sólo un ejemplo, el Ministerio de Hacienda despidió hace escasos años a 70 funcionarios con un patrimonio inmobiliario medio de 1,2 millones, cuando su sueldo no superaba los 50.000 euros.
Otro dato llamativo es que la proporción de autónomos en Grecia era también de las más altas de la UE, y no porque fueran especialmente emprendedores, sino por la facilidad de ocultar ingresos al Fisco. Por si fuera poco, en años electorales, como 2009, la recaudación bajaba de forma muy sustancial (hasta el 30%), con independencia de cómo evolucionara el PIB, ya que los políticos, sobre todo a nivel local, solían perdonar el pago de impuestos como forma de comprar votos.
9. Deuda pública desbocada
Como consecuencia, toda esta borrachera de gasto y despilfarro estatal se financió emitiendo deuda. Grecia fue el país que más recurrió a la deuda pública durante la época de burbuja y, por ello, su factura anual en el pago de intereses superó, hasta el segundo rescate a Grecia, el 12% de los ingresos públicos (en 2011, antes del rescate alcanzó, el 17%), mientras que en Alemania dicha factura se ha mantenido estable en el 6% de todos los ingresos públicos.
10. Pueden pagar, pero no quieren
Syriza y Podemos reclaman ahora una nueva quita soberana, pese a que el Estado heleno se endeudó voluntariamente para cometer todos los excesos descritos anteriormente, en lugar de que Grecia asuma su responsabilidad y pague lo que debe.
Aunque muchos dicen que es imposible, lo cierto es que, según el Banco Central Europeo (BCE), Atenas posee una enorme cartera de activos públicos, cuyo valor estimado asciende a300.000 millones de euros, incluyendo empresas, infraestructuras, acciones, participaciones, suelo y todo tipo de bienes inmuebles. Además, Grecia también podría vender islas, playas, oro y hasta monumentos si es necesario con tal de cumplir sus compromisos y evitar el doloroso estigma de la quiebra y posible salida del euro.
Pero ni siquiera haría falta llegar tan lejos: si Atenas redujera el peso del Estado a la mitad (unos 60.000 millones), con la consiguiente privatización de pensiones, sanidad y educación, y vendiera el 50% de sus activos públicos (otros 100.000 millones por lo bajo) su deuda quedaría reducida al 70% del PIB; ello, unido a un compromiso serio de equilibrio presupuestario (déficit cero) y a un ambicioso plan de reformas para liberalizar la economía y bajar impuestos, permitiría reducir aún más su endeudamiento a medio plazo por la vía del crecimiento económico. Grecia puede pagar, lo que pasa es que no quiere y, por lo tanto, todo apunta a que no lo hará.
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